Marcelo era un hippie de los años 60. Perfeccionista, amante de los libros y enamorado de la radio.
Producía como nadie, en casa o en su oficina en Rádio USP, donde tenía una colección de libros. Le gustaba tanto leer que también escribió. Ganó dos veces el premio Jabuti, el más grande de la literatura brasileña.
Introdujo programas específicos sobre libros en la radio y su voz era tan única de escuchar que contribuyó para otros programas. Marcelo tenía doble formación: primero en sociología, después hizo una maestría en periodismo. Dos campos de estudio que requieren leer mucho y además saber interpretar bien los discursos.
Marcello, de 68 años, no era gordito, pero tenía una pancita. Su cabello le llegaba a la altura de los hombros junto a una barba y lentes redondos, ese era el aire hippie que lo acompañaba. Muy tranquilo y good vibes, era su marca registrada.
Amante de una charla intelectual y un buen whisky, el periodista siempre compraba la bebida con su amiga Marcia en los freeshops de aeropuertos.
Marcello era amante de un buen periodismo y editaba como pocos. Sus piezas dejaban a todos en el estudio impresionados. Sus reportajes eran casi obras de arte.
Pero en una mañana de abril despertó, no se sintió bien y fue al hospital. Allí le hicieron diversos exámenes y descubrió algo que ni él mismo sabía que tenía. Sus allegados dicen que se infectó de covid-19 en el hospital. Cambió dos veces de hospital y se realizó más exámenes. Pero cuando lo sedaron y le pusieron en el respirador, le quedaban pocos días de vida.
Su pérdida fue devastadora para todos los amigos y compañeros. Con todos en confinamiento, ni siquiera pudieron abrazarse unos a los otros para consolarse. Sin embargo, jamás olvidarán su manera libre de vivir la vida, aquél aire hippie cariñoso y las conversaciones sobre política con un buen whisky. Su voz dejará un vacío.
Este perfil fue construido con los testimonios de Ligia Trigo, colega, y Marcia Furtado Avanza, amiga y colega.