Moisés Márquez Villegas

Moises Marquez

Moisés Márquez Villegas

15 de septiembre de 1967 - 7 de mayo de 2020
Tijuana, Baja California, México

Por: Florencia Luján

(Argentina, 1992)

“A ver, ¿quién tiene carnita?”, preguntaba Moisés Márquez Villegas, director editorial del periódico Infobaja, esbozando una sonrisa y posando sus manos grandes sobre una libreta, cada vez que reunía a sus colegas para debatir los contenidos que se iban a publicar. Era su frase favorita y la forma que tenía para pedir que se investiguen todos los ángulos de una noticia, que se vaya hasta el hueso de un tema tal como lo hacía él, un lector insaciable y gran contador de historias, siempre comprometido y fiel a su labor periodística.

Moisés Márquez Villegas desde 1990 se desempeñó como periodista, pese a estudiar la carrera de Técnico Profesional en Acuicultura en la Facultad de Ciencias Marinas en la ciudad de Empalme, ubicada en el estado de Sonora en México, de donde era oriundo. Sus temas favoritos para trabajar eran política y economía. Luis Fernando Vázquez Bayod, Director de Infobaja y amigo, cuenta que Moisés tenía un sexto sentido para leer entre líneas temas de política: “Era un excelente columnista”, dice.

A Moisés no le gustaba permanecer en la oficina, siempre estaba en la calle con su libreta, cercano a alguna fuente de información, al menos así lo muestran once imágenes de archivo que ilustran el ejemplar número 546 de InfoBaja, que homenajea su trayectoria periodística. Siempre en la trinchera y echado para adelante. En plena pandemia realizó una serie de entrevistas vía Zoom con médicos y médicas especialistas y personas que habían superado el covid-19 en la zona de Baja California.

Entre las personas entrevistadas estaba el Dr. Clemente Zúñiga, quien atendió personalmente a Moisés Márquez Villegas desde que ingresó con síntomas al Hospital General de Tijuana el 21 de abril, hasta el jueves 7 de mayo a las 8.30 a.m que falleció.

Además de su mujer e hijo, dejó en el trabajo un hoyo tremendo y numerosos proyectos, comenta Luis Fernando Bayod, quien veló por su amigo junto a su familia durante 16 días en los que nunca imaginó que Moisés iba a morir.

Un apasionado por la noticia, de esos que trabajan 24 horas los siete días de la semana, siempre despuntando el vicio de querer más “carnita informativa”.

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Este perfil fue construido con el testimonio de Luis Fernando Vázquez Bayod, colega y amigo. 

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Alejandro Cedillo Cano

ALEJANDRO CEDILLO CANO

27 de marzo de 1980 - 28 de abril de 2020
Ciudad de México, México

Por: Flavia Fiorio

(Argentina, 1993)

Alejandro Cedillo Cano era, ante todo, un apasionado. Quienes compartieron con él una sala de redacción, un paseo por su Iztapalapa natal, una cabalgata, un partido del América lo saben: Alejandro era un apasionado.

Un hombre que no necesitó tatuajes en su cuerpo llenito, en sus brazos marcados, en su piel morena para contarle al mundo qué lo representaba. Bastaba estar con él pocos segundos para escucharlo hablar, con entusiasmo, de su familia, Iztapalapa, sus caballos, su equipo de fútbol y el periodismo.

El amor por los caballos vino de familia: los Cedillo Cano siempre han montado. Alejandro disfrutó, hasta los últimos meses de su vida, subir al Cerro de la Estrella con quien quisiera acompañarlo. El amor por el América también: de aquel cuadro son sus tíos, sus primos, sus hermanos.

El periodismo, en cambio, fue una decisión personal y una profesión que lo acompañó durante 20 años.

Su carrera comenzó y finalizó en el diario La Crónica, a donde llegó mientras estudiaba en la escuela de periodismo Carlos Septién García. Tras un paso por la sección Deportes, fue conquistado por la sección Metrópoli, en donde cumplió el rol de coordinador con un amor por los talentos jóvenes tan grande que hizo que, hasta el día de su muerte, varios de sus apadrinados lo llamaran papá.

Impulsar jóvenes talentos era una misión muy grande para Alejandro. Otra, tan importante para él, era mostrar a su barrio en el diario. Por eso, con él como coordinador, había una cobertura que no podía faltar: la cobertura de la Pasión de Cristo, una representación popular de Iztapalapa que se hace en Semana Santa.

Este año, por la situación sanitaria, el evento se realizó a puertas cerradas pero eso no le impidió a Cedillo mostrarlo.

Aprovechando el teletrabajo, que hizo desde que comenzó la pandemia por covid-19, se juntó con su familia para ver el evento en un proyector y escribió una de sus últimas reseñas: una breve nota donde cuenta que el elenco 2020 se repetirá el próximo año.

Alejandro Cedillo Cano falleció el 28 de abril, a los 40 años, producto de covid-19 agravado por su condición de diabético.

En el 2021 en La Crónica alguien cubrirá la Pasión de Cristo, seguramente: como a él le hubiera gustado.

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Este perfil fue construido con los testimonios de Itzel Alfaro, esposa, Francisco Báez Rodríguez, director editorial del diario La Crónica y Luis Eduardo Velázquez, colega.

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Antonio Alvear Olea

ANTONIO ALVEAR OLEA

12 de junio de 1955 - 3 de junio de 2020
Ciudad Altamirano, Guerrero, México

Por: Ketzalli Rosas

(México, 1988)

A las 5 de la mañana Antonio Alvear ya estaba levantando, barriendo la calle, dando instrucciones. Nunca se estaba quieto. Le gustaba la vida del periodismo, porque —decía— era libre, podía andar por todos lados, preguntando. Su quehacer periodístico lo llevó a conocer a mucha gente y a viajar mucho; conocía con precisión todo el estado de Guerrero, principalmente la Tierra Caliente en la que vivió.

Antonio, uno de los 8 hijos del matrimonio formado por Doña María Dolores Olea “Lola” y Magdaleno Alvear Celis, “Leno”, nació en Santa Teresa, en el municipio de Coyuca de Catalán. Toño, como lo llamaban, siempre quiso ser piloto aviador, incluso presentó su examen de admisión en la Escuela Militar de Aviación. No fue aceptado. Así que viró el rumbo y llegó a la Ciudad de México para estudiar el bachillerato y luego la carrera en Ciencias de la Comunicación en la UNAM. Trabajó para diarios como El Nacional y La Jornada.

Quienes lo conocieron como jefe de redacción dicen que tenía el don de la enseñanza, que era pulcro en la escritura y tenía mirada fina para la crónica. Decía que para poder escribir se debía encontrar el momento más cómodo, sin presiones ni tensiones; incluso llegaba en sandalias a la redacción como ejemplo de la comodidad para escribir. Él escribía diario.

A Alvear siempre le interesó la política y fue crítico sobre la realidad del país. Llegó a experimentar censura y a recibir amenazas telefónicas. Eso no lo frenó. En su afán de estar actualizado, lanzó Corto Digital en sus redes sociales para hacer crítica política.

Los últimos 20 años de su vida los dedicó a escribir columnas de opinión; la última se publicó en El Despertar del Sur el 1 de junio de 2020. También trabajó en comunicación social, campañas políticas y en la radio. Era una persona querida y conocida en su estado.

Antonio media 1.70 de altura, pesaba cerca de 90 kilos y por sus ojos verdes algunos de sus colegas lo llamaban de broma “Luz clarita”.

En los tiempos recientes compaginaba el comercio y el periodismo con el campo que tanto amaba. Cada tres días visitaba su casita a las afueras de Ciudad Altamirano para regar sus plantas, podar su árbol de limones y cuidar la milpa de maíz que tenía en el pequeño patio.

Durante la pandemia de covid-19, Antonio no salió de su casa por su quehacer periodístico, pero sí por la tortillería que administraba junto a su esposa Nidia, a quien conoció en la Ciudad de México y con quien tuvo tres hijos: Antonio, Roberto y Fátima.

La familia de Antonio no sabe cómo pudo contagiarse del virus. Cuando presentó síntomas, a mediados de mayo, le hicieron la prueba, lo llevaron al hospital y ahí les recomendaron que estuviera en casa para estar mejor atendido. Desde entonces su familia y un tanque de oxígeno no se le separaron.

El resultado positivo a covid-19 llegó tres semanas después. Antonio ya había muerto en una ambulancia en la puerta del hospital, esperando que lo atendieran. Nueve días después hubiera cumplido 65 años.

La familia de Antonio apenas pudo despedirlo. No hubo velorio y lo sepultaron el mismo 3 de junio, fecha que quedó registrada en su obituario.

El Sindicato de Redactores de la Prensa, colegas y amigos, lograron que el gobierno estatal atendiera sus demandas para mejorar las deficiencias en el Hospital Regional donde no atendieron a Antonio.

Ahora, su familia añora un futuro cercano para hacer un evento con compañeros y amigos para recordarlo y despedirlo como se merecía.

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Este perfil fue construido con los testimonios de Antonio Alvear Cuevas, hijo mayor, e Israel Flores, amigo y colega. 

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